Fandom: Harry Potter.
Pairing: Albus S. P. & Scorpius M.
Notas: Delirios de mi persona, no hubo mejor titulo, etc xD!
REGALO DE FECHA
+++ 1 +++
Miró la gran pila de regalos que había por todos lados. Imaginando que, en esa montaña de listones con colores y papel brillante, se encontraban los obsequios que él recibiría. Por supuesto, no todos serían (ni en un millón de años, pero podía pedir como regalo de navidad que eso una vez sucediera) porque tenía demasiados primos como para poder contar con los dedos y cada tendría su pronto regalo igual que él.
Albus sonrió contento esperando con gran impaciencia que fuera veinte y cinco de diciembre. La nieve que caía del cielo negro le indicaba que ese día terminaría pronto, y al siguiente, podría correr contento junto a sus hermanos y primos a abrir los obsequios.
Su tío Ron y George comenzaron a hablar de uno de los accidentes que habían tenido en la tienda de Sortilegios Weasley, mientras su tía Hermione negaba ante lo dicho y su madre y padre reían abiertamente.
Las navidades siempre eran tan llenas de personas.
Fue en ese momento que Albus giró su rostro hacía la ventana de la Madriguera, donde la nieve caía y se veía como la niebla chocaba con ella, dejando el vidrio empañado.
Albus estaba casi seguro que había escuchado algo afuera.
Al día siguiente, por una extraña razón, el regalo de sus abuelos fue el que más le gustó.
++ 2 ++
Giró la pulsera que tenía en la muñeca, mientras ambos padres al frente suyo lo reñían. Se le había hecho costumbre tocarla cada vez que estaba distraído o nervioso y en ese momento era más lo segundo que lo primero, este había sido un hermoso regalo que sus abuelos le habían dado el año pasado en la Madriguera.
–Sabes perfectamente que es peligroso que te vayas corriendo de esa manera, ¿por qué lo hiciste?
Albus se encogió de hombros, reprendido y dolido, no quería causar problemas a sus padres más aún cuando faltaban tres días para las navidades y se sentía todo el espíritu en el aire, pero es que... cuando habían ido al callejón Diagon a comprar los últimos regalos e ingredientes de comida para la próxima velada, Albus había sentido como si alguien lo observara. No era la primera, ni segunda ni tercera vez que lo hacía, se lo había dicho a su padre y como auror que es había investigado la zona, no solo la de ellos sino también la de sus familiares, pero después de cuatro largos meses nada había ocurrido. Aún así, por precaución, ningún niño estaba solo y todos los adultos cargaban confiado sus varitas en algún bolsillo de su ropa.
El problema era, que más de una vez Albus lo había dicho, y más de esa vez Harry había actuado y nunca había nada. "Tiene que ser por James, lo extraña" había dicho un día su madre pero Albus sabía que no era eso. Su hermano mayor había ido a Hogwarts ese mismo año, y ambos padres creían (aunque no se lo dirían) que era atención lo que necesita. Después de todo, James y Lily se llevan mucho de eso.
Albus se había sentido dolido, porque prácticamente le habían dicho mentiroso. Fue por eso, que cuando se encontraba en el callejón junto con las compras de su madre, había sentido esa presencia de nuevo y había salido corriendo. ¿A dónde? ni él lo sabía, solo sentía que alguien había estado ahí, viéndole, y las piernas simplemente le habían dicho "sigue". Su madre le había gritado y se había preocupado tanto que, cuando lo tuvo enfrente completamente sano, empezó a regañarle.
¿Por qué las madres siempre mostraban su amor con regaños?
++ 3 ++
Había ido a Hogwarts, Gryffindor, y ya era un niño de once años. Se había sentido grande cuando se puso por primera vez el uniforme y tuvo su varita lista para la primera clase. Emocionado igual que su prima Rose, aunque en el fondo Albus sabía que nadie podría igualarla a ella en la emoción de las clases (que muy seguramente, esa misma emoción seguiría hasta que terminaran todo Hogwarts)
Y al día siguiente volverían a casa, navidades, y era la fecha esperada por todos. Un amigo suyo de descendencia muggle había dicho que traería pan navideño para sus compañeros. Y Albus ya quería probarlo, aunque no pudiera comerlo el mismo día de navidad. Toda la tarde se paso dando vuelta, un rato en la sala común y otra jugando ajedrez mágico en el patio del colegio esperando con ansias poder ver a sus padres y a su pequeña hermana, contándole en persona como era todo el maravilloso colegio.
Fue en una de las partidas con el movimiento de uno de los peones que Albus sintió como su nuca era prácticamente taladrada con una mirada, alzó la vista buscando algo y no encontró nada. Albus sabía que, si seguía teniendo el "síndrome de persecución", como su hermano había dicho, tendría que ir con un Psicomago.
Y Albus estaba creyendo que eso era necesario.